La cuarta película de Luciano y Nicolás Onetti (“Los olvidados” disponible en la plataforma Netflix) se titula “Abrakadabra” y clausura la singular trilogía “Giallo”, que comenzó con “Sonno Profondo” (2013) y continuó con “Francesca” (2015). El giallo es un famoso subgénero italiano, heredero directo del thriller y del terror hollywoodense de los años ‘60, caracterizado por plasmar mundos violentos y profanos. Maestros italianos como Darío Argento, Mario Bava y Lucio Fulci dieron vida a estos dantescos universos de sangre y crímenes por doquier, que constituyeron todo un emblema de la industria cinematográfica con bajo presupuesto de los años ’70.
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Los realizadores argentinos demuestran su cinefilia hacia un subgénero hoy semiperdido, pionero de un estilo inigualable. Las marcas de culto de una concepción bizarra y fetichista son omnipresentes en esta película, que tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges.
El amante del giallo recordará con nostalgia el camino trazado por ciertas obras de culto, precursoras del slasher y en donde se evidencia un uso visceral y lujurioso de la violencia. Como es usual en este tipo de relatos, el enigma que se develará al final, al tiempo que el delirio y el descontrol se apoderan de la trama para –literalmente- acribillar cualquier tipo de decoro posible, gracias a altas dosis de violencias y un sentido lúdico del morbo.
Gracias a una elaborada puesta en escena y apoyado en una cuidadísima fotografía, en cuyos tonos, sombras y texturas se evidencia un estilismo notable, “Abrakadabra” juega con los nervios del espectador sólo como los grandes exponentes del género saben hacerlo. El uso de la banda sonora como efecto dramático que potencia el suspenso consolida la propuesta, en donde sus autores hacen gala de un virtuosismo y una inventiva visual notables.
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