La semana pasada hablamos sobre la TV argentina y las historias que en ella se cuentan, cuáles son las apuestas fuertes de los principales canales de aire y por qué. Es por eso que quisimos dar también algún punto de comparación de nuestra pantalla chica y no se nos ocurrió mejor idea que hacerlo con un análisis sobre qué pasa con este medio en la principal industria cultural de este ameno planeta; hablamos, claro, del gran hermano del norte, los Estados Unidos.
En gringolandia, la modalidad de trabajo es un tanto diferente: para empezar, ellos no tienen grandes telenovelas diarias (o soap opera); mejor dicho, las tienen, pero éstas no representan a las producciones más importantes, ya que no se dan en el primetime, sino durante la tarde. Las producciones que se transmiten en el primetime se dan de forma semanal con una duración que suele ir desde los 30 minutos hasta una hora y la cantidad de episodios por temporada es como máximo de 24 entregas.
En interesante preguntarse por qué Estados Unidos tiene esta posibilidad de producir formatos que no sean diarios, y aún así sean consumidos masivamente. La respuesta es sencilla: su mercado es mucho más grande. La población es ampliamente superior a la de Argentina en densidad demográfica (más de 300 millones de habitantes contra nuestros 40 millones), por lo que es posible hacer programas que no tengan que estar necesariamente apuntados a un público general, sino que pueden dedicarse a ciertas personas (o consumidores) de nichos a los que les interese un tipo de programa en particular, como serían series de distintos géneros (y no la típica novela costumbrista, que a pesar de los años sigue funcionando, ya a media máquina, en nuestro país).
Esta circunstancia provoca una fragmentación del mercado que beneficia a la creación. De esta manera, los canales no intentan llegar a todo el mundo con sus productos. Son los casos de series producidas desde las señales de cable norteamericanas como FX o AMC, que al ser de cable no están sometidos a grandes controles de nivel estatal (regulación de imágenes y/o guiones). Es por eso que tienen total libertad de introducir escenas más duras, arriesgadas, trasgresoras. Es ahí donde se dan series como The Walking Dead (AMC), Sons of Anarchy (FX), Mad Men (AMC), Breaking Bad (AMC), o Damages (FX); todas éstas tienen un impronta realista muy impactante (además de millones para la producción).
Este tipo de series tiene una duración de 45 minutos sin la publicidad (con esta incluida llega a la hora de pantalla, para cumplir los requisitos de la TV). Contiene tres o cuatro cortes publicitarios de casi cinco minutos de duración cada uno, y están situados en los puntos de giro de la trama, es decir, tras los momentos dramáticamente más importantes del episodio, algo que parece automatizado pero que pareciera funcionar mejor. La tanda esta preconcebida ya que los guiones se escriben previendo dónde van a ir los anuncios, los que además tienen una duración calculada. En Argentina, los programas muchas veces se cortan según el minuto a minuto, y tal vez un programa en el que no estaba pasando nada a nivel dramático es mandado al corte porque el programa del canal competidor está haciendo lo mismo, en un intento de estrategia de mirar la paja en el ojo ajeno.
La comparación de duraciones también es muy llamativa: un programa en Estados Unidos que puede llegar a durar 10 años y aumentando constantemente su público, como fue el caso de Friends, no llegó ni a los 300 episodios, que es más o menos la cantidad a la que se acerca una serie costumbrista que se realiza durante todo el año acá en el barrio de Palermo o Colegiales. Esto justifica hasta cierto punto el gran desgaste que exhibe todo tipo de serie/telenovela nacional.
¿Y cuál es la respuesta a nuestros problemas? No existe una solución inmediata. Tal vez no apostar siempre al mismo caballo de las telenovelas de la familia argentina (no por desmerecer lo nacional, sino porque es algo ya visto y en ciertas cosas el público ha evolucionado; casi parecería que se subestima en cierta medida al televidente, ofreciéndole sopa todos los días).
No es casualidad que el público de nuestra TV de aire haya disminuido drásticamente, y muchos se hayan volcado al cable o a Internet con páginas que pasan y producen series, como Netflix, o directamente páginas de streaming, donde ven sus series antes que la TV de cable de aquí las ponga al aire y pueden decidir en qué horario verlo. El futuro, según parece, llegó hace rato, y estamos viviendo una nueva forma de ver ficciones.
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