Existen muchas malas películas. Algunas de ellas han generado hasta un sub género, conocido como “Cine clase B” en donde el estadounidense Ed Wood brilló con películas como Glen o Glenda o Plan 9 del Espacio Exterior.
Pero esas películas están hechas con bajo presupuestos, actores que no son de renombre, y sin muchas pretensiones.
Hoy vamos a tratar sobre aquellas malas películas que se pensaron para ser un éxito, con grandes producciones, actores de renombre, buenos directores pero… resultaron un gran fracaso.
Y comenzamos con Gatúbela del 2004. No por ser la peor de las películas, sino porque para ella contrataron a la ganadora del Oscar como Mejor Actriz, Halle Berry, para protagonizar esta “reversión” del personaje nacido como villana en el comic de Batman.
Y porque Halle Berry tuvo la deferencia de presentarse a recibir el “anti-Oscar”, el premio “Razzies”, conocido aquí como “Frambuesa”, a la peor actuación de una película que tuvo SIETE NOMINACIONES, entre ellas a la peor película.
Con mucho humor, Berry, tomo su Oscar, se puso el mismo vestido de gala que uso para recibirlo, y fue la primera actriz en ir a recibir ese “anti-premio” , y lo agradeció, “con el mismo discurso del Oscar”.
Pero más allá de la hidalguía de la actriz, la película es mala por donde se la mire. Ella es una pobre diseñadora gráfica que trabaja en una empresa de cosméticos, que por su (mala) suerte se da cuenta que están creando un cosmético con sustancias prohibidas.
Tiene un accidente, muere, y es “resucitada” por un gato místico, que le otorga poderes.
Uno sabe que es una película y que uno tiene que “creer” ciertas cosas de un relato, pero la cosa comienza a desmadrarse al punto que esta Gatúbela, que deja fuera de combate a cuatro ladrones fuertemente armado, luego es “cagada a palos” por Sharon Stone, que es una directiva de la empresa de cosméticos.
Esta claro que la película solo sirve para ver a Halle Berry vestida solo con pantalón y corpiño de cuero, y látigo… ¡¡¡el fetichismo al poder!!!
Peor que Gatúbela es Wanted o Se Busca, del 2009, con dos ganadores del Oscar, Angelina Jolie y Morgan Freeman, y el protagónico de James Mc Avoy.
Acá Mc Avoy es un pobre empleado que se entera que su padre es un experto asesino que formaba parte de una antigua logia llamada La Hermandad, y decide unirse a ella para vengar la muerte de su progenitor.
La película es una compilación de desastres, comenzando por la idea que La Hermandad asesina a poderosas personas a partir de los nombres que les da “un telar del siglo pasado”, siguiendo porque disparan balas que hacen curvas en el aire, y un entrenamiento en el que las fracturas y heridas de cuchillo se curan sumergiéndose en una pileta con sales curativas.
Morgan Freeman repite ese papel en el que parece que los negros, cuando son viejos, poseen algún tipo de sabiduría mística, y se pasa toda la película hablando con sentencias, mientras que Angelina Jolie hace de asesina anoréxica, todo el tiempo franeleándolo a Mc Avoy, pero sin concretar nunca.
Mas acá en el tiempo, el año pasado, y tal vez un poco menos mala, resultó la cuarta o la quinta edición de Duro de Matar: Otro día para morir.
Parece que Bruce Willis tenía que pagar las expensas y aceptó llevar a su personaje de John McClane a Rusia, a buscar a su hijo que está preso por un homicidio.
¡Oh sorpresa! Su hijo es un agente de la CIA y él lo ayuda por las calles de Moscú a descubrir a la mafia Rusa que nadie puede vencer, pero que él, con un auto, y un revólver, pone de rodillas.
Está claro que ya es hora de reemplazar a Willis. La edad nos viene a todos, y para eso ponen a un inexpresivo Jai Courtney a andar en cuero por las calles de la fría Moscú, mientras Willis se la pasa todo el tiempo mirando a la cámara de costado.
Pero no solo los actores cuarentones hicieron estos desastres. Al Pacino y Robert de Niro también tienen lo suyo.
Justamente Bob de Niro trabajó en Llamarada de 1991, una película que contaba con Kurt Russell, William Baldwin, y Donald Sutherland, que narraba la historia de un cuerpo de bomberos de Chicago que van tras la pista de un pirómano.
Acá De Niro hace de un ex bombero que dejó el cuerpo por un trauma que nunca se sabe, pero es un enamorado del fuego, y que dice cosas como “el fuego nos habla”, “por acá caminó la destrucción”, y muchas cosas más sentencias entre la sabiduría y lo cursi.
Y Al Pacino repitió todos sus ticks en Simone, una película en la que él, un director de cine, decide reemplazar a una actriz de su película por una imagen virtual que se transforma en una celebridad.
El público “no se da cuenta” que es una imagen virtual y la idolatran como una gran actriz. Hasta ahí una confusión, pero la cosa se complejiza cuando la policía cree que Pacino asesinó a la Simone de turno.
Hasta aquí alguno bodrios que, a la luz de los estrenos, prometen no ser los últimos, y lo que es mas grave, no ser los peores.
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