Crítica – “Corazón loco”, una comedia inaceptable, hoy


Protagonizada por Adrián Suar, Soledad Villamil y Gabriela Toscano, la nueva película de Marcos Carnevale, debido al cierre de los cines por la pandemia, se estrenó el 9 de septiembre en Netflix. Muy fuera de registro, llena de chistes desubicados para la época actual y estereotipos ridículos.

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La idea de la película se comenzó a gestar en la mente de Carnevale hace una década, aunque el rodaje fue recién el año pasado. Uno diría que se trata de un trabajo bien pensado y, por ello, logradísimo. Lo que sí se nota es un trabajo elaborado en cuanto a logística, mucho drone en escenas de exteriores en dos ciudades distintas. Una vez finalizado el trabajo, “Corazón Loco” estaba lista para estrenarse en los cines argentinos en marzo, pero la instauración del aislamiento obligatorio frustró su lanzamiento. Iba a proyectarse en casi 500 salas y todo cerró antes del estreno, por lo que, venta de derechos mediante, la película logró ver la luz en la plataforma de streaming más usada de nuestro país. 

Ahora nos metemos de lleno en lo que nos atañe: usar de excusa para ser infiel (bígamo, mentiroso) “Tengo un corazón enorme. Mide como el del resto, pero sufre una singular anomalía: puede amar mucho más que el de cualquier ser humano” ya es ridículo. Todo el que se anime a mencionar la palabra poliamor para definir la trama, está confundido: esto no es consensuado, las dos mujeres no tienen la menor idea (aunque sea hasta la mitad del metraje) de la existencia de la otra. Esto no se parece a ninguna forma de amor moderno, solo mentiras y falta de respeto. Este argumento atrasa, mínimo un par de décadas, parece increíble que esté hecha en 2019. Si nos posicionamos en pleno siglo XXI, donde las mujeres luchamos por nuestros derechos más que nunca y, a su vez, somos cada vez más visibles, es completamente fuera de contexto ver una producción que se encargue de mostrar mujeres que parecen locas por querer la atención de su pareja, y dependen del llamado telefónico de su marido como si fuese el propio oxígeno indispensable para vivir.

Si el mundo siguiera dormido en la tranquilidad de la sociedad patriarcal, sin sacudir el avispero, esta película sería aceptable, hasta muy graciosa, como en su momento lograron serlo comedias de este mismo tipo. Pero los tiempos cambiaron. Antes nos parecían graciosas las secuencias de Guillermo Francella o Fabián Gianolla divirtiéndose con sus amantes y derrotados dentro del hogar conyugal, nos reíamos del costumbrismo que manejaban esas comedias donde la dicotomía del hombre estaba impuesta por la sexualidad del amorío y el aburrimiento del matrimonio. Eso quedó allá a lo lejos, década de 1990 y walkman en mano. El mundo evolucionó, la TV/cine también y ahora, no solo queda anticuado, sino que puede irritar a muchas mujeres (y hombres) ese tipo de contenido.

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Fernando Ferro (Adrián Suar) es traumatólogo y tiene dos vidas paralelas. De lunes a jueves, su esposa es Paula (Gabriela Toscano) y de viernes a domingo, Vera (Soledad Villamil). Vive en Mar del Plata unos días y en Buenos Aires, otros. Todo va sobre ruedas, con parada obligada en el Atalaya (como el chivo más chivo de la historia) todos los jueves para hacer el cambio de personaje, hasta que las mujeres descubren su estafa. La segunda mitad de la película narra el plan de venganza de ellas.

Es claro que el espectador sabe todo lo que las mujeres no. Y allí es que uno toma partido por uno u otro, esperando que se sepa la verdad de una vez y lo enfrenten, o que nadie lo descubra. Ahora, hay situaciones que sólo quien está viendo la película se pregunta, como por ejemplo, nadie denunció a la policía o en redes sociales al raro que todos los jueves cambia de auto y de ropa en el estacionamiento del parador, podría tratarse de un asesino serial; o cómo hace un traumatólogo, por más bien que le vaya, para sostener dos casas, dos familias, dos prepagas, dos autos y el kilometraje de cada semana. En realidad, siendo justos, esto último, se lo pregunta el personaje de Alan Sabbagh a Suar anonadado, pero nadie responde.

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Suar es Suar haciendo de Suar, pero en un guion que no acompaña así que queda medio a la deriva. Las mujeres protagonistas, muy buenas actrices, no tienen mucho qué hacer si deben hacer de ilusas enamoradas, ciegas ante tanto amor. Barassi y Sabbagh son los que mejores están. Un final tibio, que no enseña nada, es lo mejor a lo que se podía aspirar. Que la película termine.A todo lo mencionado anteriormente, hay que remarcar, además, las muchísimas panorámicas con drones y los chivos tan alevosos. No hay ninguna subtrama para ayudar a crecer a la principal, la cual se sostiene a base de gags y los usuales gestos de Suar. Todo es un conjunto de misoginia y falta de moral. Ni siquiera es incorrección política, como para tomarlo como se merece y que nos haga reír a todos, sólo es machismo exacerbado en una época en la que ya no se lo festeja. Nada funciona en los corazones locos y vetustos de Carnevale y Suar.

PUNTAJE 4/10

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1 Comentario

  1. Carlos
    15 septiembre, 2020
    Responder

    Una historia que podría ser el reflejo de algunas realidades contada con un guión malo. Para mí no fue divertida ni entretenida más bien me dió pena . Una muestra de toda la película fue la resurrección de suar después de caer de espalda desde un 4 piso. Mucho chivo y actores que tuvieron mejores (excelentes) interpretaciones en otros trabajos

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