Crítica de “Chico ventana también quisiera tener un submarino”


Chico ventana también quisiera tener un submarino

Luego de su premiere internacional en la Berlinale, su paso por el Moma y los Festivales de La Habana, Biarritz y Mar del Plata, entre otros, el film Chico ventana también quisiera tener un submarino, ópera prima del director uruguayo Alex Piperno, llegó a las salas argentinas habilitadas y a Cine.Ar Estrenos.

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Protagonizada por Daniel Quiroga (Arg) e Inés Bortagaray (Uy), la película, co-producción entre Uruguay, Argentina, Brasil,  Holanda y Filipinas, tuvo su premiere internacional en el 70º Festival Internacional de Cine de Berlín, donde recibió el Tagesspiegel Award.

En palabras del director, ¨Como uruguayo que vive en Argentina cruzo a Montevideo con frecuencia, casi siempre en barco, en un viaje que dura tres horas. Es un pasaje entre dos posibilidades de mundo que mantengo en paralelo; las cosas que la gente sabe de mí en Buenos Aires no las sabe en Montevideo y viceversa. Esto, al menos al principio, solía generarme un sentimiento extraño de libertad y de poder, que era el de no pertenecer a ningún lado. El barco funcionaba como un intervalo entre estos dos mundos posibles: la frontera de dos lugares que no se tocan; pero también, la frontera de infinitos lugares que podrían tocarse. Descubrí que el barco era un dispositivo de puertas secretas que llevaban a distintos lugares que eran lejanos y contiguos a la vez. Una zona indeterminada, fantástica. La película captura ese primer momento de gracia: la irrupción de las puertas como una alternativa hacia otra realidad posible antes de que esa realidad pueda ser regulada. La posibilidad momentánea de no pertenecer a ningún lado y de constatar que infinitos lugares pueden tocarse. Los personajes de la película son tentados por esta posibilidad y abandonan sus modos de vida a favor de un encuentro con lo desconocido.” 

En un crucero que recorre las costas patagónicas, un marinero descubre un portal mágico que conduce al departamento de una mujer en Montevideo. Mientras tanto, un grupo de campesinos se topan con una aterradora cabaña de concreto cerca de su pueblo en Filipinas. Dos historias se entretejen en un laberinto cinematográfico en donde las personas se encuentran y se pierden a sí mismas. En algún lugar entre las oscuras salas de máquinas y las salas de estar de clase media, entre el mar y la jungla, las personas se observan con curiosidad, escepticismo y ansiedad.

El protagonista descubre, y nosotros con él. Fuera de la rutina del trabajo para sobrevivir, existe el deseo y la imaginación, hasta dar con la imagen de nuestro personaje nadando en la profundidad del mar. Si hay un sonido narrativo que hace de todo algo importante es el del silencio. El silencio mezclado con los sonidos del barco, de abajo del agua, de la selva, o del departamento. Un silencio que se escucha más fuerte de lo deseado.

Creando una atmósfera en la que se asume que todo este tipo de cosas son posibles. Es una comedia de tono amable, que propone una poesía de lo cotidiano.

La ópera prima del realizador uruguayo radicado en la Argentina trabaja sobre tres escenarios distintos entre sí que se conectan de maneras misteriosas en esta, por momentos, fascinante película de corte experimental, no realista, que viaja entre lo fantástico y una narrativa en prosa, a partir de lo contemplativo.

En su tono sobrio, el film nunca intenta explicar qué es lo que sucede ni porqué, y deja eso a la imaginación del espectador, algo que Piperno logra excelentemente, creando una atmósfera en la que se asume que todo este tipo de cosas son posibles. Es una comedia de tono amable, que propone una poesía de lo cotidiano. Alex Piperno logra adentrarse en el cine fantástico, sin efectos especiales, llevando al espectador a un viaje único en tiempos de aburrimiento constante.

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Puntaje: 8

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