Se estrenó la esperada segunda película de Alejandro Fadel (“Los Salvajes”), una suerte de violenta amalgama entre crímenes en serie y monstruos.
LEÉ TAMBIÉN I : “Cobra Kai 2” el primer capítulo gratis
LEÉ TAMBIÉN II: PRIMER TRÁILER DE “EL MARGINAL”
La historia es lo suficientemente rara para que sea difícil de explicar. Suceden, en terrenos mendocinos, asesinatos a mujeres que aparecen decapitadas. David (Esteban Bigliardi) es el principal sospechoso, aunque no pareciera tener la entereza ni fuerza física para realizar esos actos. Cruz (Víctor López), es el policía que está tras el caso, con una mirada cuasi psicótica y manifestaciones un tanto más violentas. El monstruo en cuestión es una especie de mix de formas sexuales, genitales y fálicas, que tiene entre sus propiedades, empalar con su larga cola a las víctimas.
.jpg)
El film es, a simple vista, una mezcla de “homenajes” a otros grandes cineastas, especialmente se vislumbra la reminiscencia a David Lynch con “Twin Peaks”. Con el increíble trabajo de fotografía a cargo de Julián Apesteguía, se logra una suerte de realismo mágico inmersivo en el que uno pierde el límite entre lo real y lo fantástico. Los cuerpos danzando de manera conmovedora, los cuerpos en busca de amor, las miradas perdidas entre mil demonios, hacen que “Muere monstruo muere” sea sumamente hipnótica y filosóficamente violenta. Es una película con una fuerza arrolladora en cuanto a la forma, aunque se queda a mitad de camino con el planteo de fondo, como si buscar hacer vivir al espectador una experiencia multisensorial, más que contar una historia.
La cinta es desmesurada y ambiciosa, y Fadel desafía al espectador, que experimenta las ganas de levantarse de la butaca a admirar la belleza de esta película, y aplaude el riesgo asumido de ir más allá que lo que nos tiene acostumbrados el género. Todo el tiempo, “Muere monstruo muere” se mueve hacia terrenos inexplicables, bordeando lo absurdo y generando una sensación de miedo y psicosis al ver el desarrollo de la historia, aunque con algunos baches en lo narrativo, basado en diálogos ridículos y metáforas sin sentido. Estamos ante una película difícil de digerir pero que formará parte de la memoria cinéfila colectiva durante mucho tiempo. Más allá de los gustos y preferencias, se celebra con creces esta enorme apuesta en el cine nacional.

No hay comentarios