Crítica de “Un crimen común”: la cultura del “no te metas”


Luego de su aclamada ópera prima “La Larga Noche de Francisco Sanctis” (2016), co-dirigida junto a Andrea Testa, el cineasta Francisco Márquez vuelve al thriller psicológico con tintes políticos en “Un crimen común”, su segunda película estrenada en la sección “Panorama” de la 70° edición del Festival de Cine de Berlín y luego participando de la Competencia Argentina del Festival de Mar del Plata de este año. 

En la Argentina, todos los días alguien muere víctima de la violencia ejercida por las fuerzas represivas del Estado. La mayoría son jóvenes, provenientes de los sectores populares. Como comunidad, convivimos cotidianamente con estos crímenes, los naturalizamos. La película busca corrernos de ese lugar y enfrentarnos a un horror que no podemos aceptar más.

En palabras del director: “Nos propusimos hacer una película que, más allá de contar una historia, se viva como la experiencia física de su protagonista. Cecilia (la protagonista) es una intelectual de convicciones firmes a quien la realidad la enfrenta a un hecho que la deja sin herramientas para responder. El mundo que ella tenía en su cabeza, su Sentido, empieza a desmembrarse horrorosamente. Así entran al film los elementos de género del terror, esa amenaza que la acecha y que nos interpela cuando desnaturalizamos el orden violento en el cual vivimos”.

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Cecilia es madre soltera de Juan y trabaja como profesora de sociología en la UBA. Una noche lluviosa, el hijo de su empleada doméstica, Kevin, golpea en su puerta pidiéndole ayuda. Cecilia se asusta y no le abre. Al día siguiente, a través de los medios, se entera de que el joven fue hallado muerto en un baldío cercano a su casa y que la policía está incriminada en el hecho. A partir de este momento, ella siente la presencia persecutoria del fantasma de Kevin. En verdad, es su propia consciencia la que la persigue. Aunque no queda explícito, el film genera los interrogantes de: “¿por qué no abrió la puerta?”; “¿a qué temía?”; o más bien, “¿qué prejuicios en la postura de una mujer correcta y poco empática, jugaron en su contra?”.

La actriz del grupo teatral Piel de LavaElisa Carricajo, envuelve al espectador en los propios fantasmas de su personaje. Realiza una magnífica interpretación de una profesora que se convierte en testigo del acoso policial que sufre Kevin poco antes de morir. Cecilia no vio el asesinato, pero escuchó a Kevin pedir auxilio y no quiso / pudo ayudarle. Se ve la evolución psicológica de la protagonista cuando asimila que ha sido cómplice de un crimen y la va envolviendo el sentimiento de culpa. 

Aunque nada de esto le hace sombra a la calidad de la película, desde la parte técnica se le podría criticar la poca presencia musical que acompaña a las escenas (sobre todo los silencios), así como la cantidad de planos demasiado largos que pueden tornar la cinta un poco densa de a ratos.

Francisco Márquez vuelve al thriller psicológico con tintes políticos

Un thriller con denuncia social sobre los dilemas morales de la clase media, algo que vemos a diario, la cultura del “no te metas”, del hacer que no vimos nada. Un crimen común invita a la reflexionar sobre qué haría uno en ese lugar, sobre la elección de no entrometerse en lo social porque es “más cómodo”. En cuanto a la estética, es excelente jugando con tonos oscuros y sombras que enaltecen el suspenso. Pero, lo más importante, interpela al espectador poniendo en conflicto su propia consciencia. Un film que destaca en todos sus aspectos, con una narrativa sólida, actuaciones excelentes y, por último pero no menos importante, la desnaturalización de esta forma de pensar y vivir.

PUNTAJE: 8/10

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