“Espero tu (re) vuelta” se estrenó el jueves pasado por la sala de Cine Virtual de la Asociación de Directorxs de Cine PCI, Puentes de Cine. Este documental, de Eliza Capai narra los inicios del levantamiento estudiantil en Brasil en el año 2013 a través de las banderas del reclamo del MPL (Movimiento Pase Libre) por los costos de los pasajes para los estudiantes y el libre desplazamiento de la población en general.
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La cuestión es simple: sabés que estás tocando intereses cuando las figuras de la autoridad, el ala armada del representante ocasional del Estado, sale a repartir con el palito de abollar ideologías. Por ahí es la cosa. Y eso se evidenció en la manifestación de dicho movimiento y se siguió demostrando en la pelea de los tres estudiantes que son la base del relato documental. Uno de los elementos interesantes es el planteo respecto del uso del espacio: ¨La ciudad es nuestra¨ expresan en una intervención. Y no es la única cosa que, sobre todo, las clases más bajas sostienen con el costo de su contribución. ¿Por qué me refiero a este punto? Porque es a la única clase que realmente le cuesta pagar las cuestiones públicas y no poder utilizarlas del mejor modo posible es de las cosas más injustas. Sería interesante no dejar que este punto se tergiverse.
Otro punto relevante es el planteo de reclamo sin líderes, a partir del momento en que la historia se centra en las actividades y movilizaciones realizadas a partir de 2015. Cualquiera les diría que sin fuerzas y sin una cabeza que lleve los reclamos de la comunidad (o de los ¨dirigidos¨) adelante, no habrá éxito en ese reclamo. Tengo mil ejemplos sobre cómo eso no es del todo cierto. Ya la palabra dirigidos dice un montón. Y no hay que confundir reclamar autonomía en ciertos reclamos con prohibir o no creer en los partidos políticos. Ahí es donde se genera confusión y se mezclan peras con manzanas. He visto segmentos partidarios que pelean contra la anomia política y a la hora de presentar listas en determinados espacios solamente se permite una expresión que no compite con nadie más. Por lo menos llamativo. Porque un movimiento social es a la vez un movimiento político, pero no es una estructura de poder y sometimiento. Para sometimiento ya están las normas impuestas a las que dicho movimiento se enfrenta.
El único punto flojo es remarcar lo viejo como malo o fuera de eje ideológico-político. Es cierto que lo rupturista y la fuerza de cambio en un muy grande porcentaje se relaciona con la juventud y su fuerza, pero como se menciona más de una vez en los testimonios hay como una idea de lo ¨viejo¨ como ideológicamente malo y tal vez sea una manifestación del camino que la directora, Eliza Capai, elige porque si así fuera, ni siquiera los dirigentes que conectan con lo expresado por los protagonistas (y son mencionados en el relato) podrían ser validados.
Como en cualquier historia que se narre es imposible dejar afuera las emociones internas de los protagonistas. En esos momentos de la narración en voz en off de las historias de la vida de cada una de las personas que en carne propia pueden contar la tristeza de la desigualdad es donde la película gana fuerza interna y conmueve; no de una manera vacía y simplista. Te mueve hasta los huesos, te llena los ojos de lágrimas. La lectura ideológica es necesaria, claro está, pero la experiencia de sabernos enfrentados a las miserias del mundo simplemente gana porque se siente en el fondo del estómago, en un agujero que a veces es emocional y a veces es hambre.
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Y así como sabemos que nada asegura más mano de obra barata que la ofrecida por un sistema educativo deficiente, también es necesario ser consciente de que no siempre los espacios políticos o determinados dirigentes están en realidad alineados con lo que dicen apoyar. A veces manipulan para un lado cuando miran el partido de afuera, y cuando les toca arbitrar se corren a la otra vereda. Por eso, siempre, lo más importante, es no ser ingenuos porque las palabras y las promesas de los discursos políticos se las lleva el viento. Y accionar.
PUNTAJE: 9/10
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