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Producida por los hermanos Larraín y dirigida por la argentina Lucía Puenzo, Amazon Prime Video estrenó “La Jauría” una adictiva serie basada en un caso real de violación grupal. Luego de “El Presidente”, Amazon Prime Video lanzó otra serie chilena de producción propia. Esta vez, son ocho capítulos que dan cuenta de la sociedad machista chilena y, porqué no, latinoamericana y mundial. Se trata de un policial que surca los caminos del “Ni una menos”, basándose en el caso real de La Manada, en España, donde la justicia le regaló la libertad a los violadores, despertando olas de protestas.
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Protagonizada por Daniela Vega y Antonia Zegers, esta nueva producción cumple con el requisito fundamental de su especie: es adictiva. Habla de clérigos, políticos, millonarios, todos corruptos. Instituciones podridas. Pervertidos criminales. Todo en función de la violenta misoginia instalada en el imaginario colectivo como “lo permitido”. En este caso, la desaparición de una chica es la clave que aglutina a la sociedad chilena en muchísimas subtramas de lo más disimiles, donde solo unos pocos quieren encontrar la verdad y a los culpables. Un video actúa de disparador para horrorizarse con realidades como la violencia de género, la inimputabilidad de los poderosos y el mal uso de las redes sociales.
“La Jauría” tiene un punto de partida clásico: la desaparición de Blanca, una adolescente, la líder de un grupo de feministas que se manifiestan reclamando por sus derechos y denunciando abusos de un profesor en un colegio católico de Santiago. Se ve a las chicas solas, sin el apoyo de padres, ni profesores, menos del Estado o la prensa. Son chicas invisibles y Blanca es una de ellas, hasta que su nombre toma color debido a un video que comienza a circular en redes, sumado al hecho de que hace días que nadie sabe de ella. Tres policías mujeres (las fantásticas Antonia Zegers, María Gracia Omegna, y Daniela Vega) son las encargadas de la investigación, quienes harán lo imposible para encontrar justicia. Si algo caracteriza a la serie es la sensación de vacío constante. Blanca es un vacío. La justicia es un vacío. Los primeros episodios sólo tratan la situación real de la desaparición a través de flashbacks, mientras que en el presente vemos las manifestaciones de las chicas, las heroínas de la fuerza policial, y los familiares de uno y otro lado, intentando salvaguardar sus intereses.
El sólido elenco resplandece aun en los momentos en los que la serie flaquea. El tridente de las actrices que despliegan su talento para ser las policías que buscan justicia, está a cargo de la brillante Daniela Vega (la oscarizada actriz por “Una mujer fantástica”), de la que nada se dice de su sexualidad, lo cual es un paso adelante en la mente de sus creadores, teniendo en cuenta que ya hizo “su” película, donde el foco estaba puesto en ello, ahora es momento de ser policía y salvar chicas. Antonia Zegers se sabe que es la mujer del productor y director Pablo Larraín, pero también que es una excelente intérprete (“Los perros”) y así le da vida a la comisaria especialista en delitos de género, con un hijo adolescente, lo que hace que tenga doble visión de los hechos. El trío lo cierra la tercer policía del equipo, en la piel de María Gracia Omegna (“Joven y alocada”). Los adolescentes que forman parte de ambos bandos, las chicas que marchan por sus derechos y de quienes se sospecha forman parte del juego, están en un muy buen nivel interpretativo, donde nos resuena la cara de Mariana Di Girolamo, estrella total en “Ema”, de Pablo Larraín, que en la serie da vida a una de las alumnas que reclaman en contra de los abusos.
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El guion está a cargo de Lucía Puenzo, directora general de la serie, y de un equipo chileno-argentino de guionistas, y fue escrito en la cresta de la ola del movimiento contemporáneo feminista “Ni una menos” y la lucha por la legalización del aborto. Cuestiona a la sociedad patriarcal, el abuso y sus denuncias, la naturalización de comportamientos misóginos a los que estamos acostumbrados, el machismo en todas sus aristas. Todo esto dentro de un policial clásico. Muchos de estos temas están ensamblados en la trama de manera natural, aunque otros parecen forzados, junto al exceso de heroínas en la piel de madres/policías/estudiantes que se suponen invencibles, lo que lo hace increíble y acartonado.
La serie es interesante, más allá de encontrar al villano, repasa las construcciones sociales que naturalizan la perversión y la misoginia. De a ratos pareciera que mostrar todo esto pasa también por lo morboso del asunto. Asimismo, hacer que estos elementos entren en un thriller policíaco, deja entrever la dificultad que supuso, llenarlo de subtramas – algunas que no llegan a ningún lado- y de giros y contragiros que, de a ratos, son predecibles.
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“La Jauría” no deja indiferente a nadie, porque en todos y cada uno de sus capítulos suma al policial, la lucha feminista contemporánea. El drama, la tensión, el suspenso, están a la orden del día, subrayando el machismo, la misoginia, y la violencia naturalizada en la sociedad actual. La serie llama a reflexionar, porque no deja otra opción, al ver las atrocidades que suceden a los ojos de la prensa, el Estado, los padres y profesores. Con actuaciones emocionantes, quitan al espectador de la zona de confort, que es atravesado por una sensación de desesperanza, que sabemos trasciende la pantalla de la TV.
PUNTAJE: 7,5/10
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