Columna Transversal, por Daniel Cappelletti | El cine y el fin de todo.


Por un instante, tratemos de utilizar la oportunidad que nuestra propia mente nos entrega y embriaguémonos en un ejercicio imaginario de carácter empírico; preguntémonos: ¿Y si se acaba el mundo?

Un día, los científicos y teólogos nos declaran con firmeza: “Señores y señoras, a las 4:44 de la madrugada siguiente, se acaba todo”. Usted miraría para todos lados y tal vez pensaría: se viene un asteroide, y esperaría a Bruce Willis para perforarlo y hacerlo explotar. Nos invaden extraterrestres, van a venir Will Smith y sus corsarios yanquis para independizarnos a todos el mismo día que ellos. También, podríamos ser más drásticos y creeríamos que se abren las puertas del infierno y los jinetes vienen a castigar  a la humanidad. Pero no, no hay caso, estos expertos nos dicen que no hay nada que hacer. Seas rico o pobre, negro o blanco, heterosexual u homosexual,  te vas a morir igual, todos vamos a declinar ante la falta de oxígeno y el fin de la vida sobre la faz de la tierra es inminente. En general, las películas demuestran siempre la necesidad del famoso plan B, es imposible que todo se acabe, las teorías de cómo sobrevivir vienen en cantidad,  si algo nos enseñaron los films apocalípticos es que si no evitamos con nuestra súper tecnología la catástrofe, se puede apartar a las personas más selectas y necesarias para la continuidad de la humanidad y salvarlas, dejando que el resto agonice. Lo curioso es que no solo nunca sabemos quién y con qué criterio elige a las personas más necesarias, sino que también descartan al resto de la humanidad como algo desechable.

En el cine, siempre hay una mínima ilusión, una expectativa excitante que nos pone en vilo con la idea de poder salvarnos, pero la película que les traigo no nos da nada eso. “4:44: Ultimo día sobre la tierra”, es un largometraje de Abel Ferrara, protagonizado por William Defoe, que nos trae un fin de los tiempos distinto a los demás. Los expertos anuncian que a las 4:44 am llegara el fin de la vida por la desintegración de la capa de ozono. El guion únicamente se centra en las últimas horas de una pareja compuesta por un actor escéptico y una pintora budista, quienes, en su loft de Nueva York, atraviesan juntos la previa del fin.

Sky es una chica que pintando se aleja de la situación. Escucha, mientras trabaja, videos explicativos de un gurú espiritual. Pero Cisco, nombre de nuestro protagonista, convive en conflicto con sí mismo a la hora de enfrentar los sentimientos que le provoca la idea de que se termine todo. El director, de forma muy inteligente, mezcla en ese departamento el audio de la TV que mira Cisco, en donde hay un experto hablando de contaminación, analizando revueltas en la calle, revisando el cómo y cuándo se pudo haber detenido todo. Mientras tanto, un gurú nos habla de autoayuda por el lado de Sky, sobre que un lápiz cuando lo observas bien no es un lápiz, cosas totalmente enmarañadas que llevan a nuestro actor a la desesperación, a no saber cavilar. ¿Por qué esto? En sí, si hay algo que nos traería la idea del fin de la vida, sería la pura afectación a nuestro sistema de creencias; mucho más aún a los que no estamos seguros en que creer. Sky, dentro de su fundamentalismo basado en su tono excesivamente espiritual, no vive en el problema.  Pero el personaje de William Dafoe está en el temor. Comienza a vivir en el mareo, tal como aquel que se apabulla con una misma noticia reflejada de formas tan antagónicas.

Siguiendo con este ejercicio, pensemos: ¿que sería lo segundo que nos podría surgir luego de la confusión en el sistema de creencias?  Tal vez, buscaríamos esas resoluciones pendientes con las personas que tratamos en nuestras vidas y  con quienes terminamos de mal modo. Cisco intenta comunicarse con su hija mediante Skype,  hablan y se despiden en carne, nuestro actor se ve afectado. De pronto, ingresa a escena por la pantalla su ex mujer, y después de comenzar una charla cordial terminan en la recriminación,él le dice que la separación fue culpa de ella, comienzan los gritos, Cisco le dice que la sigue amando, cuando en ese mismo momento ingresa Sky y escucha todo, dando comienzo a una pelea a muerte entre ellos, o sea el verdadero drama apocalíptico de la película. Todo termina en discusión y sin arreglar nada. Ojo, acá el guion nos está diciendo que no es tan posible la poética de la reconciliación: eso de dejar nuestros problemas atrás dadas las circunstancias ya no existe. En lo general, los films sobre el fin de todo nos muestran gente dejando sus diferencias atrás, demostrando que podemos cambiar y ante la destrucción podemos rearmar los lazos. Acá no, la condición humana sigue siendo humana aunque este frente a su extinción.

Acercándonos al final, el personaje de Dafoe comienza a transitar la resignación. Sky sigue en su camino de luz y las dos miradas del conflicto se mantienen diferentes. Es curioso, que mientras trascurre la película, el momento de relajarse, en donde las dos facciones coinciden, es en la cama. En verdad, es el único lugar en donde dos seres humanos, distintos, podrían coexistir con un mismo fin. Ellos tienen un sexo real, placentero, con varias inspecciones corporales a niveles muy conectados entre sí.

En los últimos tramos de la historia, la aceptación comienza a tomar el control. Pongamos como tercer punto: ¿qué pasaría en los últimos pasos? ¿Es realmente importante el fin de todo? El fin de la humanidad en sí no es el tema, que me importa si sigue esto o no. Lo que importa es que yo me voy a morir, que la gente que yo quiero se va a morir. Pero, el miedo a la defunción propia o de los seres cercanos, es en verdad la conciencia que tenemos sobre lo posterior al suceso. Es que uno muera, y especulemos antes sobre todo lo que no vamos a poder hacer con las personas que amamos, pensar en que ellos se queden sufriendo, o peor aún, que ellos mueran y uno mismo sufra el dolor de la perdida. El fin se ve relacionado con la pérdida, ¿pero si nos morimos todos?, no hay tragedia, no existe la perdida porque no hay conciencia, en vida, de lo que vaya a pasar después.

Entonces, ya descartado el miedo al fin, ese hueco de pensar en lo posterior debe ser tapado. Es así que el personaje lo llena con curiosidad y la ansiedad. Pero estas dos sensaciones son recapitulaciones de la tortura. Cisco comienza a ser destrozado por la incertidumbre de lo que va a pasar en conjunto con lo tardío del tiempo que trascurre; ya no es el suceso el problema, es esperarlo.

Una vez escuche decir que cuando muere una persona también es el fin de un mundo. Profeso que es verdad: nos queda sólo pensar que este malévolo globo en el que giramos se acaba todos los días a toda hora; cuando se rompe algo y deja de existir.

Daniel Alejandro Cappelletti

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1 Comentario

  1. 7 febrero, 2015
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    Reblogueó esto en Daniel Cappellettiy comentado:
    Columna para sin subtitulos

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