Ganadora de 3 Golden Globes (Mejor Comedia o Musical / Mejor Guion / Mejor Actor de reparto) y nominada a 5 Oscar (Mejor Película / Actor Protagónico / Actor de Reparto / Guion Original / Mejor Montaje), “Green Book” llega a los cines como una “road movie” llena de luz. Escrita y dirigida por Peter Farrelly, no sólo respeta ese formato establecido para el género sino que muestra también la metamorfosis de los personajes a lo largo del camino.
LEÉ TAMBIÉN I:“Aterrados” llega a Netflix
LEÉ TAMBIÉN II: “Mocha”: gloria y loor, trava sin par
“The Negro Motorist Green Book” era una guía de viajes que se publicaba anualmente entre 1936 y 1966 e incluía negocios, hoteles y restaurantes que atendían a negros. Se convirtió en una herramienta de supervivencia indispensable para los afroamericanos que viajaban en auto para poder evitar el acoso, el arresto o la violencia. Se vendía en las estaciones de servicio “Esso” y por suscripción.
Anthony Vallelonga (Mortensen), un italoamericano racista del Bronx, es contratado como chofer y guardaespaldas por el Dr. Don Shirley (Ali), un pianista afroamericano, para una gira de conciertos por los Estados del Sur. Es por ello que ambos tendrán que confiar en el “Green Book” para que Shirley no sea rechazado ni humillado. Estos 2 hombres le harán frente al peligro del racismo con bondad y sentido del humor. Juntos desafiarán prejuicios, diferencias irreconciliables y forjarán una amistad para toda la vida.

Queda claro que el eje sólido son las magistrales actuaciones de Ali y Mortensen. El arco de transformación de cada personaje se puede vislumbrar desde el principio, por lo que nada sorprende, pero gratifica. Mahershala Ali, ya con un Oscar en su haber por “Moonlight”, interpreta a un personaje en constante lucha consigo mismo (no es suficientemente negro, ni suficientemente blanco) que saldrá del ostracismo para aprender a apreciar ciertos valores. Vale tener en cuenta que Ali ganó un galardón como Mejor Actor Secundario, por este film, en Golden Globes, BAFTAs y Critic´s Choice Awards (veremos si se lleva otra estatuilla de la Academia). Viggo Mortensen (que aumentó 20 kilos para lograr el physique du role necesario) parece quedar muy a gusto con este italoamericano rústico que, poco a poco, va ganando paciencia y modales. La química entre ambos actores es innegable y eso, el espectador, lo disfruta el doble.
Peter Farrelly, que durante 25 años hizo cintas escatológicas con su hermano como “Tonto y Re Tonto”, “Loco por Mary” e “Irene, yo y mi otro yo”, demuestra ser un director con sensibilidad social. Se ha independizado del núcleo familiar para reinventarse con otro tono y profundidad. En este caso, lo acompaña como guionista Nick Vallelonga, el hijo de uno de los personajes reales.
Creo que la fortaleza de este film radica en todo lo que no se muestra a simple vista: no se trata de un dramón racista testimonial, sino de un relato de miserias y miedos. Lo importante acá es la amistad que nace por encima de todo prejuicio. Con los valores que transmite y la calidez con la que son tratados los temas, la película es un bálsamo para el alma. La mixura entre las teclas blancas y negras de un piano es lo que hace a la armonía en la música; eso mismo debiera suceder en la vida. Partiendo de trillados arquetipos hollywoodenses, este juego de géneros logra una historia efectista con diálogos memorables y detalles que hacen que se escape alguna lágrima. La trama no decae en ningún momento (a pesar de sus 130 minutos) aunque haya escenas bastante predecibles. El viaje por los Estados racistas del Sur es utilizado como metáfora al viaje introspectivo que hace cada uno de los personajes.
No hay comentarios