Mortal Kombat es de esas propiedades de las que nunca crecí. No recuerdo haber jugado los videojuegos, ni siquiera me atreví a ver sus dos primeras adaptaciones de los años noventa. Prácticamente soy alguien nuevo para esta extensa franquicia, lo cual puede ser malo porque no entendería los guiños de esta más reciente adaptación a la gran pantalla que emocionarían a cualquier seguidor de la franquicia. También es bueno, porque esta producción de la mano del debutante Simon McQuoid se encarga de introducirnos a este mundo, aunque el resultado final no lo haya hecho ver así. Teniendo adaptaciones de videojuego que han mejorado mucho como Sonic: La Película (2020) o Tomb Raider (2018), Mortal Kombat (2021), otra de las propuestas de Warner Bros. que va para cines y HBO Max al mismo tiempo, significa un retroceso, aunque con resultados no tan garrafales.
El luchador de MMA, Cole Young parece tener un pasado que desconocía, prueba de ello es la marca extraña de dragón que tiene. Siendo perseguido por Sub Zero y otras amenazas, Cole recurre a Sonya Blade y Jax para llegar al templo de Lord Raiden. Lo que le espera a Cole es un arduo entrenamiento para enfrentarse contras los enemigos de Outworld, el emperador Shang Tsung, con el deseo de salvar a su familia y, si se puede, al mundo.
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En pocas palabras, la película es un 50-50, por un momento disfrutas de lo que ofrece esta película como lo son sus escenas de acción que no serán la gran maravilla, pero su uso de gore es lo suficientemente bueno como para encantar a los fanáticos del videojuego. En los vestuarios, en esos efectos especiales o en esa esencia tipo serie B que no se reprocha. Ese 50% funciona muy bien, añadiendo el plus de esas referencias a la franquicia que los fans van a amar, siendo un ataque de nostalgia bastante certero para ellos. Recordemos que su servidor es nuevo en la franquicia porque si bien ese 50% que corresponde a la acción no está nada mal, el otro 50% que corresponde a la trama, el guion y los personajes, los considero insufribles. Vaya, es Mortal Kombat, estamos hablando de un juego de luchas por lo que deberíamos dejar la trama y el pensamiento lógico por casi dos horas. Eso es algo que puedo comprender, el hecho de que no encontremos algo profundo en producciones como ésta. El problema aquí, querido lector, es que cometieron la osadía de tomarse la trama muy en serio.

Aunque el espectáculo pueda brillar más que lo argumental, en esto último también pesa porque si bien hay cierto desarrollo en uno o dos personajes, en el resto es nulo. Pareciera que es un festival de personajes de cartón del que es imposible que te importen. Lo cual es algo triste porque los primeros quince minutos de la película prometían otra cosa, el primer acto en específico daba indicios de que tendríamos algo competente. Pero llegamos al segundo acto y se nos cae, luego llegamos al tercero y se nos cae aún más. A pesar de que los personajes del videojuego lleguen a ser brillantes en lo visual y será del encanto de los fanáticos, en el espectador promedio será poco sorprendente y, en el peor de los casos, olvidable. Los villanos son de caricatura de sábado a la mañana. Además de esos diálogos que recaen en la obviedad y en lo risible. En cuanto a actuaciones, nada que destacar. La música de Benjamin Wallfisch es olvidable, aunque levanta la película por momentos. Como adaptación no sabría decirles el resultado, pero como película, el resultado es muy tibio, rayando casi en lo olvidable.

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