¿Qué onda esa serie?: “Nisman: el fiscal, la presidenta, el espía”


El 1° de enero, Netflix sorprendió con el estreno de “Nisman: el fiscal, la presidenta, el espía”. Si bien su lanzamiento a menos de un mes de la asunción del gobierno del Frente de Todxs, tratándose de un tema sumamente manipulado por los medios de comunicación hegemónicos, parecía tener la intención de ensuciar al flamante presidente Alberto Fernández, que aparece entrevistado en el documental, su testimonio de descrédito ante la versión del suicidio pasa ante nuestros ojos sin pena ni gloria en medio del pedazo de investigación que se mandó el inglés Justin Webster.

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El director se ocupa de manera prolija y casi obsesiva de reconstruir la causa AMIA, de la cual Nisman era el fiscal instructor. Esto se agradece a la hora de situar a los agentes que ocupan distintos lugares en el tablero de un rompecabezas plagado de piezas truchas y de (no tan) dudosa procedencia. La ausencia de una voz en off, como posteó CFK, es una decisión estética certera debido a que se ahorra cualquier tipo de sugerencia emotiva. Las voces de los entrevistados serán las que decantaran cualquier tipo de suspicacia. Cabe mencionar que el footage del juicio por encubrimiento que introduce el director es excelente, dado que desde entonces se puede comenzar a trazar un retrato esclarecedor de quién era Nisman, con quienes trabajaba, qué lugares quería ocupar y qué tipo de reconocimientos buscaba se le atribuyeran. El episodio 4 es clave  a la hora de falsear las intuiciones personales del espectador cuando el ex canciller Héctor Timmerman explica los fundamentos del Memorándum de Entendimiento que una vez firmado saca de las casillas a Nisman porque vislumbra entonces su perdición. El documental retrata las incongruencias del fiscal que, en un giro inesperadísimo, denuncia en un estudio de TN a la presidenta, que lo dotó de recursos para la instrucción de la causa a la que se avocaba, de encubrir a los acusados iraníes Memorándum mediante. Las pruebas, misterio. Su principal fuente argumentativa se remite a un entramado de escuchas tejido con un alevoso copy-paste. Además, Webster deja flotando la curiosa pregunta sobre la procedencia de los miles de dólares en la cuenta bancaria hallada al fiscal en Estados Unidos. 

Emociona, como mínimo, la palabra de Timmerman, quien murió en su casa por el avance de su cáncer bajo arresto domiciliario acusado de encubrimiento por la firma del Memorándum.  Su visa a USA fue revocada y no pudo continuar viajando a completar su tratamiento experimental. También vale observar el brillo en los ojos de la fiscal Fein, primera en investigar la muerte del fiscal, a quien encontró muerto, con un arma, en el baño de su departamento en Puerto Madero un día antes de asistir al Congreso convocado por diputadas del PRO a leer su denuncia contra CFK. Webster no solo logra recuperar como Timmerman intenta pasarle el cepillo a contrapelo a una causa que lejos está de ver la justicia, sino que también sitúa la voz de Fein como una flor de loto en medio de un pantano repugnante.

Una serie que merece la pena ser vista, lo pueden hacer en Netflix.

Firma de JULIAN

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