Reseña de “El último Jedi”, Disney se despide de los clásicos personajes ¡¡SPOILERS!!

Después de un año de espera y ansiedad, “El último Jedi” llegó a la pantalla grande y abrió la grieta entre sus fans, no sin lograr millones de dólares de recaudación.

Repasemos rápidamente el Episodio VII: treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte, la galaxia se encuentra todavía en guerra. Una Nueva República ha surgido y con ella la Resistencia, liderada por la General Leia Organa (Carrie Fisher). Pero la Primera Orden ha brotado de las cenizas del Imperio, trayéndonos a un nuevo seguidor del lado oscuro de la fuerza: Kylo Ren (Adam Driver), nieto de Darth Vader, hijo de la Leia y Han Solo y discípulo del Líder Supremo: Snoke. El maestro Jedi, Luke Skywalker, está desaparecido hace años y es buscado por toda la galaxia.

En este episodio nos presentan tres personajes que serán fundamentales en el octavo episodio de la saga. Por un lado, Rey (Daisy Ridley) una chatarrera oriunda del planeta Jakku, de quien desconocemos su origen pero con su intrépida personalidad demostrará que sin ningún tipo de entrenamiento puede hacer uso de la fuerza. Por otro, Poe Dameron (Oscar Isaac), el mejor piloto de la Resistencia, de alma rebelde y aventurera. Finalmente, Finn (John Boyega), un Stormtrooper que se rebela ayudando a Poe a escapar y hasta manteniendo el hilo argumental en solitario hasta su encuentro con Rey.

“Star Wars, El despertar de la fuerza” fue la primera entrega de The Walt Disney Company luego de que adquiriera los derechos de LucasFilm Ltd. Y sin lugar a dudas, superó expectativas. Lograron una película que pudo ser entendida y disfrutada por aquellos que nunca habían seguido la saga y fue un maravilloso homenaje para aquellos fanáticos de la serie de películas. Con la participación de los actores de la Trilogía Original fue casi una oda al espíritu que se despertó en 1977: personajes humanos, llenos de contradicciones, apelando al sentido del humor y a la filosofía oriental que hacen de ellos un cóctel difícil de despreciar. Además, nos dejó un final tanto abierto, con preguntas y teorías sobre quién era Rey y qué relación la unía con Luke Skywalker (Mark Hamill), como triste, con la muerte de Han Solo (Harrison Ford) a manos de su malvado hijo.

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Ahora bien, un año después se estrenó Star Wars: el último Jedi. Grandes y chicos esperaban ansiosos el octavo episodio de la saga, no sólo por los interrogantes planteados en el 7 – la mayoría quedando sin respuesta – sino también porque al final del rodaje nos conmovió la muerte de Carrie Fisher.

Con la sensación de que tuvieron la oportunidad perfecta para darle un final al personaje clásico de la Princesa Leia, sostuvieron una bizarra escena en la que Leia flota por el espacio (visualmente mal lograda) para salvar su vida. Escena que podría atribuirse más al universo Disney que al de la Guerra de las Galaxias.

Vamos por partes. Rey encuentra a Luke en el planeta oculto Ahch-To y le pide que la entrene para así poder enfrentarse a Ben Solo (Kylo Ren). Sin embargo, Luke lleno de contradicciones, ermitaño y decepcionado de él mismo se niega a volver a ejercer de maestro Jedi. Sólo la perseverancia y obstinación de Rey lograrán hacerlo cambiar de opinión.

Mientras tanto, la República ha sido destruida por la Primera Orden quien, también, persigue a la Resistencia para terminar con lo que queda de ella en un viaje contrareloj.

Rey y Kylo muestran una extraña conexión a través de la fuerza ¿Quién no creyó que “la chatarrera” era hija de Luke? Esto todavía no lo sabemos. El origen de la joven protagonista es una gran incógnita que prefirieron no revelar aún. Kylo en medio de una batalla le deja claro que es hija de unos don nadie, alcohólicos, que eligieron venderla para poder obtener dinero, pero pareciera ser una teoría difícil de sostener. Inspirada más bien en el rencor que habita en Kylo y su necesidad de debilitar la fuerza que en ella existe. ¿Son primos? ¿Son hermanos? ¿Son simples extraños? Quién sabe…

Ben Solo honra la memoria de su fallecido abuelo Darth Vader, pero pareciera ser que no cuenta con su mismo poder, podría ser por la enorme contradicción que vive en él. A través de flashbacks nos enteramos que es por la desconfianza de su maestro Luke y su intento de matarlo que despierta en él su adoración al lado oscuro de la fuerza, que no es él quien en libertad lo elige, sino que por su falta de compasión su tío lo empuja a que haga esta elección.

Engañando a Rey, mata al Líder Supremo Snoke y, luego de luchar espalda con espalda contra los laderos de Snoke, le propone a ella olvidarse de todo el pasado y los dos lados de la Fuerza para construir juntos un Imperio. Cegado por el poder, Kylo Ren muestra una enorme ambición, que tras el rechazo de ella, vuelve su resentimiento contra la Resistencia.

Cuando parecía que la Primera Orden liderada por Kylo Ren y Hux estaba por vencer y apoderarse de la galaxia, Luke Skywalker se materializa en la batalla e inclina la balanza a favor de la Resistencia, dándoles algo de tiempo para el escape. Agotado por el esfuerzo y en una emotiva escena, Luke se hace uno con la fuerza y nos anuncia su partida.

El fin del octavo episodio es clave: un pequeño niño blande un bastón como si fuera un sable. La esperanza para la resistencia aún vive, y vive en las generaciones venideras, en el poder de lucha y fe que hay en los pequeños. La guerra no está perdida.

Quedan varias preguntas sin respuestas: ¿quién es Snoke y cuáles son sus orígenes? ¿Existe en Kylo Ren algo de compasión y de luz? ¿Por qué el desprecio y el rencor por sus padres?

Lo que no queda duda es que el Episodio IX va a tener como caras visibles a las nuevas generaciones de personajes. Con Han Solo y Luke muertos y sin Carrie Fisher en la vida real, Disney le agradece a George Lucas por su saga, la homenajea en el séptimo episodio y acá barre con todo vestigio de la Trilogía Clásica para hacer de la famosa Guerra de las Galaxias lo que más le plazca.

**Colaboración de Julia Ferreiro**