Un superhéroe no es solo una persona que se dedica a salvar a otros. Se extiende a un concepto de ética, moral o ejemplo que otros podrán tomar como inspiración. Al heredar la ideología de un ejemplo, las personas apoyan, defienden y empujan hacia un camino que consideran mejor.
El apoyo de parte de la sociedad a la que protegen es fundamental para la supervivencia de estos ideales. Ellos acompañan, cada uno a su manera, al héroe mientras lucha contra las injusticias que ve a su alrededor.

Lo que hace “súper” a un héroe no son necesariamente sus poderes, las circunstancias fantásticas por las cuales se empoderan, o sus actos. Nuestros héroes, si bien algunos tienen aspectos fantásticos con los que “nacen”, se acercan más a un recurso para proteger a al prójimo de las delincuencias e injusticias que ven en el día a día, pero con un tinte autóctono, que los identifica con sus propios orígenes.
Es por esa razón que los héroes locales se diferencian del concepto clásico ya contado tantas veces por Hollywood, y quizás también sea por eso que la popularidad de estos héroes no es tanta como la de los norteños.
¿Será que ver algo distinto de nosotros ayuda a creer en lo “súper” de aquellos héroes de otra sociedad? ¿Podría ser que no nos guste ver algo conocido bajo un antifaz y con poderes porque, al conocernos, no nos parece tan creíble? En ese caso, diremos que los nuestros son “héroes” a secas. Pero no nos confundamos: con orígenes tan distintos, los héroes que nuestro país vio y verá nacer también tendrán sus únicas perspectivas e historias que valdrá la pena escuchar.
Así como los héroes necesitan una ciudad a la que proteger, nuestros directores y guionistas necesitan que sus compatriotas crean en ellos, les den una oportunidad. Obras como “Capitán Menganno”, “Capitán Barato” y muchas más de las que hemos escrito durante esta semana no habrían sido posibles sin el apoyo de los allegados y fanáticos de los cómics. ¿Sería posible un futuro en el que otra gente más allá del círculo de los que producen aquí este género haga cola por ver a un héroe nacional en vez de a la nueva película de Marvel? La respuesta es sí, y estamos en camino a lograrlo.
Es cierto que los héroes nacen de la injusticia. No existen héroes sin enemigos. Pero sí existen héroes sin lo “super”. Seamos héroes, cada uno de nosotros. Protestemos por nuestro derecho a tener más y mejores producciones así, por más Mengannos, más Eternautas, más Cazadores. Esperemos también que directores, productores y público le den espacio a las heroínas y a personas con otras identidades de género, y que creen fantásticos personajes que salvan al mundo que no sean solo hombres; es hora de dejar de replicar la idea de que sólo los varones pueden ser héroes.
Encontraremos pronto que el enemigo es un prejuicio infundado que ata al pensamiento común en contra de lo nacional, y que no tiene más futuro que el de fallecer bajo nuestra propia espada. Una vez que blandimos nuestras voces en defensa de la cultura, no hay escudo que valga.

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