El verano una época en donde tenemos mas tiempo libre queremos hacer una serie de recomendaciones de cine argentino disponibles en las grandes plataformas de consumo habitual. En este casi Yo adolescente en Netflix, una película que en plena pandemia batió récords para el cine argentino.
Nicolás “Zabo” Zamorano nació en 1989 y es de Parque Chacabuco. Empezó a contar historias en un blog a través de Internet, luego en un libro, y ahora llegó la película. “Yo, adolescente” nació en 2005 como un fotolog de escritos, que era leído diariamente por miles de adolescentes que estaban pasando por lo mismo y se sentían incomprendidos. Al año siguiente, los escritos formaron una novela que se pudo leer a través de Internet. La novela hizo tanto ruido que Editorial Planeta, acaba de publicarla en formato libro para acompañar la producción de la película.
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El director y guionista Lucas Santa Ana (“El puto inolvidable – Vida de Carlos Jáuregui”), adaptó la novela, mezclando su experiencia con el documental y el drama profundo. Así, se cuenta en primera persona, la historia de un adolescente en la década del 2000. Las preocupaciones y angustias críticas de esa edad, sumadas a los fantasmas de la tragedia de Cromañón. Alcohol, fiestas, drogas, el colegio, la familia, la depresión, la negación de las emociones, el dolor por la muerte de un amigo, y la identidad sexual. Todo un año en la vida de Zabo, escrito en sus cuadernos y su blog.
La noche del 30 de diciembre del 2004, Zabo Zamorano (Renato Quattordio) sale del un recital de la banda Árbol y ve que tiene 72 llamadas perdidas de su mamá. Ahí se entera del desastre que estaba sucediendo en Cromañón. Sus padres estaban desesperados ya que no sabían a cuál de los dos shows había ido. Además, su amigo Pol se quita la vida al día siguiente. A partir de ahí nada tiene sentido, el protagonista se siente ahogado y sólo siente alivio al volcar en su blog sus preocupaciones y vivencias.

Zabo se siente abrumado por no haberse dado cuenta por lo que estaba pasando Pol. La soledad que atraviesa no la llenan las fiestas en el galpón que consiguieron cuando todo fue clausurado post Cromañón, ni los amigos, ni los amores. A ese dolor de Zabo, se le suma el despertar sexual y las dudas sobre si está bien sentir lo que siente, o con quién poder hablar sobre sus miedos, sus preguntas existenciales, porque lo establecido es fingir que todo está bien.
Renato Quattordio interpreta a Zabo y lo hace de maravilla, cargando con el pesar del adolescente que no sabe cómo seguir con su vida. Thomás Lepera es Tomás, quien muestra su música, cantando y tocando la guitarra. La actriz Malena Narvay aporta frescura y sensualidad a la provocadora Tina, Agustina Cabo es María, la amiga de Zabo. Acompañan además Walter Rodríguez como el ex novio de Pol, Hernán Morán como el padre de Zabo, Jerónimo Bosia como Rodrigo, y Tomás Agüero, en los flashbacks como Pol, ayudando a entender el pesar del protagonista.
Lo más destacable de esta película es, indudablemente, la música. El encargado de este trabajo es Mariano Fernández que entendió la importancia de la banda sonora en esta historia anclada a una época determinada. Los actores interpretan algunas canciones, pero además fueron convocados Lichi y Zero Kill para los cóvers de temas de Árbol, Airbag, o Boom Boom Kid. La película comienza con un recital y suena “La vida” de Árbol, eso explica la preponderancia musical a lo largo de la película. Asimismo incluyen melodías originales como “La noche” de Benito Cerati.
“Alguien, en alguna parte, tiene que estar pasando por lo mismo”, dice Zabo, y así es. El film es el legado de una generación que sufrió mucho y fue silenciada por quienes tendrían que haber acompañado. Es valioso porque, no sólo es un recorrido nostálgico para quienes fuimos adolescentes en los 2000, sino porque funciona como mensaje para los jóvenes de hoy. No se callen, no sufran en silencio, seguro hay alguien que está viviendo lo mismo que vos, seguro alguien de tu entorno está dispuesto a escuchar y ayudar.
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El desconcierto de Zabo por no saber quién es, qué le gusta, qué no, a qué le teme, está muy bien narrado en la voz del protagonista, que es la voz de una generación que parecía sabérselas todas, pero que tenía miedos, que lloró en silencio por perder a sus amigos, conocidos, compañeros una noche de diciembre, justo antes de festejar el Año Nuevo de 2005. Diálogos e imágenes que reflejan dolor, con algunos golpes bajos que podrían haberse evitado y situaciones o personajes que resultan inverosímiles, pero con una fotografía cuidada que denota soledad, e interpretaciones correctas y una excelente banda sonora, que hacen de la película un film que vale la pena ver, que debe verse por quienes fueron jóvenes en esos días, pero aún más importante, por los jóvenes y padres de hoy.
PUNTAJE: 8/10

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